martes, 23 de agosto de 2011

veintitrés-

-Yo te prometo un para siempre, ¿tú me lo prometes?
-Eso es demasiado tiempo, todo se puede torcer y podemos acabar odiándonos.
-Bueno, aunque te odie, si me necesitas, iré.
-No lo creo... Si me odias no me querrás ver.
-Pues cierro los ojos.
-No me querrás oír...
-Pues no te dejaré hablar.
-¿Entonces?
-Te abrazaré y te diré... ¿Te acuerdas de aquella tarde que te prometí un para siempre? Lo decía en serio.

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